Encuentro con el Inconsciente
Los sueños y las visiones tienen un significado especial. Es a través de ellos que frecuentemente vemos los frutos de nuestra labor espiritual.
Mientras la Consciencia habla en palabras e imágenes que pueden reconocerse, el inconsciente se comunica con "símbolos" misteriosos de criaturas y objetos relativamente desconocidos para nosotros:
océanos, serpientes, truenos, vientos, mandalas de diseños intrincados, luces deslumbrantes y dioses majestuosos. A medida que progresamos en el Zen e investigamos la naturaleza de esos encuentros, llegamos a entender y a valorar la universalidad de esas formas y los mensajes que ellas intentan trasmitir.
Las visiones y los sueños ocurren a medida que el contenido inconsciente sube a la superficie como burbujas y explota en la consciencia. Los místicos sutilmente distinguen la visión del sueño. Los sueños ordinarios están conectados con la consciencia personal, sacando a flote los eventos diarios o respondiendo a nuestras necesidades biológicas o psicológicas. Ellos están habitados con personas, lugares y objetos de nuestra experiencia diaria. Las visiones, sin embargo, nunca están conectadas con nuestras vidas personales y tienen un aspecto del "otro mundo".
Si experimentamos una visión durante el sueño o la meditación, somos capaces fácilmente de recordarla en detalle, frecuentemente con una claridad sorprendente. Pero la clave para abrir su significado es su tono emocional característico. Sentimientos de gozo o satisfacción usualmente indicarán progreso en nuestro camino espiritual, y podemos preguntarnos cómodamente acerca de esta indicación sutil de nuestro desarrollo. Pero cuando nos deja con pensamientos inquietantes, con temor o con vergüenza, es urgente que investiguemos el mensaje y exploremos su contenido hasta que entendamos el significado interno. Usualmente el mensaje conlleva una necesidad o demanda para que revaluemos nuestras actitudes conscientes y efectuemos los ajustes o las correcciones necesarias. Si ignoramos o convenientemente malinterpretamos el mensaje, arriesgamos el agravar nuestra conducta diaria, y por supuesto, estaremos sujetos a la repeticiones temibles del encuentro visionario.
Desde una perspectiva psicológica, entonces, el Zen puede ser descrito como la práctica de expandir la consciencia / el entendimiento / el estado de alerta, integrando los contenidos inconscientes. Mucho de los entrenamientos Zen involucran actividades que promueven que el devoto investigue en esas regiones inexploradas de la mente - regiones donde las imágenes del inconsciente colectivo [ver Capítulo 8 del Séptimo Mundo del Budismo Chan] pueden llegar a ser accesibles. Las imágenes que emergen del inconsciente son vistas representadas y descritas en los templos Budistas en la forma de estatuas, frescos, pinturas, mandalas y una gran variedad de ornamentaciones, a través de las aguas inexploradas del inconsciente.
Con la práctica y la devoción, nuestra psiquis eventualmente llega a encontrarse directamente con ese Yo que es tan irreal e ilusivo a las palabras y pensamientos ordinarios. Paradójicamente, a través del reconocimiento de lo que es desconocido, lo traemos cerca de nosotros; y entonces, a medida que "lo desconocido" avanza en la consciencia, lo experimentamos como una visión.
La Ciencia
"Caballeros, aprendamos a soñar, y entonces quizás, encontremos la verdad."
- F.A. Kekule (un químico alemán que descubrió la estructura de la bencina en un sueño, revolucionando el campo de la química orgánica)
No hay una correlación cognitiva aparente entre el estado de las ondas cerebrales y la experiencia visionaria; una visión puede ocurrir en cualquier momento, pero las experiencias visionarias parecen estar asociadas con la mente extremadamente enfocada y concentrada. Como se ha conocido por los estudios científicos, muchos Yoguis dirigen el poder para alterar sus sistemas autónomos, incluyendo las actividades de las ondas cerebrales. Una chispa, saltando de una mano a un picaporte en un día frío y seco suelta la misma explosión de energía electromagnética que las neuronas, cuando ellas transmiten los impulsos neutrales de un nervio a otro en el cerebro. Cuando la total energía radiada emitida en un momento dado es registrada en un instrumento como el osciloscopio o el electroencefalógrafo (EEG), nosotros podemos ver que las neuronas del cerebro algunas veces trabajan juntas colectivamente, en armonía sincronizada.
Cuando nosotros estamos completamente alertas durante el día, nuestro cerebro produce las ondas betas. Dado que nosotros usamos muchos procesos del cerebro al mismo tiempo, un EEG enseñará al azar, la forma del movimiento de las ondas sin ningún patrón obviamente repetido. Entonces, a medida que nos calmamos, el cerebro comienza a producir explosiones de ondas alfa - frecuencias más bajas entre 8 y 12 cps (ciclos por segundo). Durante este tiempo nosotros podemos tener explosiones repentinas de imágenes que se organizan ellas mismas en visiones. Aprendiendo a meditar, usando prácticas como la Respiración Saludable, primeramente aprenderemos a dominar el control consciente de los ritmos de alfa. Después de solamente un corto tiempo de dedicada práctica, adquirimos una paz serena en la que podemos entrar a voluntad. Con este control, también adquirimos la maravillosa habilidad de reducir o eliminar el estrés y la ansiedad cada vez que la necesidad surja.
Encuentros de imágenes durante alfa surgen usualmente del inconsciente personal. Si comenzamos a pensar acerca de un problema que tenemos en nuestra vida, nuestra imaginación puede desarrollar el problema en una historia o cuento, expresado, por supuesto, como una imaginación visualizada. Cuando pasivamente miramos esas imágenes, en lugar de involucrarnos o perdernos en ella, pronto aprendemos a entrar en estados profundos de meditación.
Los sueños comienzan cuando las neuronas del cerebro empiezan a trabajar juntas colectivamente. Un EEG enseñará la actividad de las ondas cerebrales entre 3 y 7 cps: un estado referido como el "theta". La mayoría de nosotros entra, habita, y regresa del theta sin estar consciente de eso en el curso del sueño nocturno; sin embargo, las personas con cierto tipo de problemas al dormir, tales como la narcolepsia, pueden encontrarse resbalando repentinamente del estado despierto de beta a los estado más lentos de - alfa, theta, o incluso al estado mucho más lento de delta - casi instantáneamente.
Otros problemas al dormir pueden causar sueños repentinos, inquietantes y terribles, o incluso aterradoras visiones. Mientras los desordenes en el dormir son siempre "incontrolables", los yoguis, a través de la disciplina, una larga práctica, y una instrucción guiada, aprenden a dominar su mente al grado en de que ellos pueden entrar y salir voluntariamente en cualquier estado cerebral. Después de mucha práctica ellos pueden demostrar el haber adquirido habilidades extraordinarias descritas como "siddhis" en la literatura Védida: bilocación, conocimiento intuitivo de sucesos futuros (y algunas relativamente nítidas aventuras en el calmado espacio :-)
Algunas veces estamos conscientes de las transiciones entre alfa y theta cuando estamos acostados en la cama comenzando a quedarnos dormidos o cuando estamos sentados en nuestro cojín o silla trabajado una técnica de meditación. Con práctica, podemos aprender a llegar a ser completamente consciente cuando estamos en theta, pero hasta entonces, las neuronas continuarán piloteándonos automáticamente, procesando eventos irreconciliables almacenados en la memoria reciente (el inconsciente personal) o respondiendo a los impulsos físicos / químicos - ellos pueden, por ejemplo, dirigirnos a soñar acerca de comer si estamos hambrientos, o quizás, si nuestras hormonas están adecuadamente elevadas, soñar que estamos ocupándonos en actividades sexuales.
Con los ritmos de theta también logramos el acceso a sentimientos reprimidos acerca de asuntos que pueden haber estado trabados en nuestra psiquis tempranos en nuestras vidas, permaneciendo "no digeridos" por ella. Veteranos de combate pueden tener sueños atemorizantes de la guerra, otros con historias de abuso o negligencia en su niñez, pueden tener igualmente sueños terribles o inquietantes. Los despojos emocionales enterrados pueden salir a flote y frecuentemente lo hacen, en los sueños. Simplemente llegando a estar consciente, y contemplando estos tipos de sueños - trayéndolos a la consciencia - comienza el proceso de integrarlos en nuestras vidas y, con el cuidado propio, los resultados en la liberación gozosa al interpretarlos y traducirlos sin ningún daño o detrimento. Este proceso de reconciliar el inconsciente personal es un paso necesario antes que podamos entrar en la verdadera y serena meditación.
Delta es el estado más sincronizado del cerebro y es caracterizado por las formas de ondas EEG de 1/2 hasta 2 o 3 cps. Nosotros también soñamos, aunque menos frecuentemente, durante este estado de sueño profundo. Se ha registrado que los yoguis han permanecido en delta por muchas horas.
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Esta mente es un utensilio muy útil para practicar el Zen. El principiante, aprendiendo a meditar, primero aprende a aquietar la mente despierta, reduciendo su actividad caótica hasta que una disposición pacífica y calmada es obtenida. Un practicante más experimentado puede aprender a entrar en los estados más profundos de theta donde puede mirar el intercambio e interacción de los arquetipos.
A medida que aprendemos a estar alerta de los trabajos de la mente (a través de las múltiples disciplinas para "aquietarla") la consciencia se abre en nuevas dimensiones, expresándose a sí misma en nuestros sueños y visiones y en nuestra actitud general hacia la vida. Al igual que los sueños pueden ayudarnos a integrar los contenidos del inconsciente personal, las visiones de los arquetipos no dicen que estamos integrando los contenidos del inconsciente colectivo - el cuerpo de conocimiento almacenado en nuestro ADN [DNA en inglés]: la sabiduría acumulada de nuestros ancestros codificada como instintos, intuición, y creatividad. En nuestro viaje espiritual estamos obligados a aprender su lenguaje, observarlos a medida que vienen y van, y a reconocer su existencia como un aspecto real de nuestra vida. Si escogemos ignorarlos, estamos sacrificando uno de los caminos más atractivos para profundizar nuestra práctica.
El progreso en el Zen no está caracterizado por las cosas nuevas que tramamos en nuestra mente, sino por nuestra habilidad para expandir la consciencia y ganar nuevas penetraciones y discernimientos a través de las disciplinas de concentración, meditación y contemplación. Cuando nos permitimos a nosotros mismos la posibilidad de nuevos descubrimientos desde nuestro interior, las puertas se abren, que de otra forma, permanecerían cerradas por siempre para nosotros.