Reino Dévico es el término que se utiliza en occidente para denominar a todos aquellos seres que forman el Alma de la Naturaleza, que la habitan y gobiernan, sustentan la vida y apoyan la evolución del planeta. De origen oriental, “Devas” en sanscrito significa seres brillantes y divinidades benévolas.
El Reino Dévico habita en su propia dimensión etérea y se desarrolla en una evolución paralela a la del ser humano, siendo ésta supervisada por Ángeles y Arcángeles. Se le llama también Reino Feérico, Reino Elemental, Pueblo Secreto, La Gente Menuda, etc. y engloba a todos los espíritus de la naturaleza, desde los más evolucionados como los Devas, pasando por los Seres Mágicos, las Hadas, los Elfos, Duendes y otros.
El
Reino de los Elementales es básicamente receptivo, intuitivo y
flexible. Viene a ser la polaridad femenina de la Humanidad. Todos sus
seres son receptáculos en potencia de los patrones de pensamiento que
emite el ser humano. Su centro de conciencia es la intuición y se
expresan con sentimientos y emociones. Por ello, la comunicación entre
los humanos y los seres de ésta dimensión no se puede dar mediante el
intelecto o la razón.
Los cuerpos de estos seres son como vehiculos energéticos que gozan de completa plasticidad. Cuando se hacen visibles para el ojo humano aparecen como energía en un estado denso sin llegar a ser materia, adoptando formas parecidas a las humanas para así hacerse visibles y creibles a nuestras expectativas. Estos seres son energía, vida con consciencia y se expresan con sus cuerpos a su antojo. Esta característica de mutabilidad o de “transformarse” queda explicita en muchos cuentos de Hadas.
En
cualquier forma de manifestación física, sea mineral, vegetal o animal,
existen almas elementales que sustentan la vida en la materia. La
ciencia ha demostrado que materia y energía son dos polos de una misma
unidad y uno no puede existir sin el otro. De hecho, la materia es un
estadio de la energía, aunque más densificada.
La
manifestación de la materia existe gracias al trabajo del Reino Dévico,
por este motivo a todos sus seres se los atribuye las funciones de
constructores y sostenedores de la vida física. Se los puede considerar
guardianes de grandes claves para la creación y la transformación de la
realidad.
El
Reino Dévico desgraciadamente no es reconocido ni integrado por las
sociedades tecnificadas; aunque sigue latente a un nivel inconsciente,
se trata sin duda de una realidad olvidada. Para las personas escépticas
habría que reflexionar en la siguiente pregunta: Podemos asegurar
rotundamente su inexistencia ?
Las
enseñanzas esotéricas más antiguas ya reconocían a los elementales como
espíritus de la naturaleza conectados directamente con los cuatro
elementos que rigen al planeta tierra.
Cuando
la tierra era sólo una masa incandescente y sin vida, los elementales
ya estaban presentes planeando la construcción y la vida futura, como
albañiles a cargo de los Espíritus Superiores y Arquitectos Cósmicos que
diseñaban y ejecutaban la obra del Creador. Sólo hacía falta que se
estableciera el orden para que finalmente empezara el proceso de
evolución y vida sobre el planeta tierra. Y fueron los elementales los
encargados de armonizar las condiciones básicas para la aparición de los
distintos reinos de vida en la tierra.
Las
salamandras —elementales del fuego— cuidaban la masa de gases
radioactivos presentes en el planeta y la materia incandescente que
debía ir sedimentándose y enfriándose poco a poco para que la tierra en
formación pudiera ser habitable.
Los
silfos —elementales del aire— cuidaban de la evolución de esos gases
tóxicos para lograr el equilibrio químico y encauzar los violentos
vientos y tormentas nucleares que azotaban al planeta en formación.
Cuando
los gases se hicieron líquidos y cayeron sobre el planeta en forma de
gotas de agua, lluvias y tormentas violentas inundaron casi toda su
superficie y aparecieron las ninfas y nereidas, elementales del agua. Su
misión: quitar las materias densas y pesadas que aún había en
suspensión y controlar el curso de las aguas.
Cuando
el planeta comenzó a enfriarse y a estabilizarse, ya estaban presentes
los gnomos, duendes y hadas —elementales de la tierra— a fin de armar
los primeros esbozos de arbustos y piedras. Daban origen a todo lo que
germinaría después con el trabajo de millones de años.
Desde la antigüedad más remota, los elementales fueron representados de manera casi idéntica en dibujos legados por los pueblos más diferentes del mundo, tales como sumerios, caldeos, egipcios, chinos e indígenas de África, Polinesia y América. Sus figuras aparecen casi idénticas, tanto en la Europa central del siglo XV como en la India milenaria, 2000 a.C.
Esto permite pensar que los elementales siempre se comunicaron con los seres humanos, manteniendo un patrón energético que permitiera verlos e identificarlos.
Representados como dioses mitológicos, a estas entidades se les solicitaba ayuda en forma permanente, y hasta hoy día, se dice que conviene entablar amistad con ellas pues son muy sensibles y sutilmente vengativas con quienes causan daño a la naturaleza. Por eso mismo, en la antigüedad eran objeto de privilegios y veneración por parte de sacerdotes y pueblos que los integraban a sus ritos sagrados, especialmente a aquellos en que se pedía protección celestial para las cosechas y las siembras, para que aquietaran las aguas, se apagaran incendios y se contuvieran tempestades.
La clasificación más común de los Espíritus de la Naturaleza es la siguiente:
Los del fuego: Salamandras
Los
Farisilles son el masculino y las Shallones el femenino. Habitan y
dirigen el elemento fuego, y orientan el camino de los rayos durantre
las tormentas.
Se les atribuye poder para destruir las fuerzas negativas, maleficios y conjuros que existan sobre una persona, y se les relaciona con los conceptos de cambio y libertad. Son atraidos por el fuego y el incienso.
Se les atribuye poder para destruir las fuerzas negativas, maleficios y conjuros que existan sobre una persona, y se les relaciona con los conceptos de cambio y libertad. Son atraidos por el fuego y el incienso.
Los del aire: Silfos y Sílfides
Los
Wallotes son el masculino y las Arienes el femenino. Controlan los
vientos y corrientes de aire, encauzándolas por canales invisibles.
Cuando elementales de baja frecuencia vibratoria los atacan por
sorpresa, los vientos se descontrolan y se produce una tempestad. Los
Silfos son los elementales más grandes en estatura.
Son
espíritus que comparten dos de los elementos, ya que viven tanto en el
Aire como en el Agua. Estos seres son totalmente ingravidos, y estan
compuestos en su totalidad por aire y luz.
La
energía del aire en el planeta es muy sutil, es de las más elevadas
que existen, y cuando la invocamos entra a nuestro ser y nos ayuda a que
nuestra energía se active más y a que nuestra vibración suba. Si
estuviéramos habituados a observar la energía de la cosas veríamos a los
elementales del aire, estos seres hermosísimos que en general son
representados como seres con alas como las mariposas, las libélulas y
las hadas, aunque en realidad no tienen alas sino un halo de energía de
muy alta vibración que les permite desplazarse por su elemento aire.
Precisamente
esa energía luminosa que los traslada a ellos es la que jalamos cuando
los llamamos por medio del incienso. Estos elementales habitan en los
árboles, sobre todo en los lugares donde no hay postes de electricidad o
casas cercanas. También los podemos encontrar en las flores, donde se
confunden con las luciérnagas por la energía que destellan.
En
el campo o bosque la mayoría hemos visto chispas de luz y no les
hacemos caso porque pensamos que son una visión, pero son ellos.
Lo
más parecido a estos elementales son los colibríes, que son los
animales que tienen una vibración similar a la de estos seres. A estos
seres elementales les encantan las fuentes de agua, y los cristales.
Los
Silfos piensan y flotan. Son sutiles y evasivos. No reaccionan a los
sentimientos, como tampoco sienten. No se les puede alabar, alimentar o
entusiasmar. Son seres exclusivamente del viento, del pensamiento y del
vuelo. No es posible hacer que un silfo se preocupe por algo, pues la
preocupación es una emoción.
Esta criatura habita en cuevas de bosques muy cerrados, ya que la luz del sol le hace daño.
Se
cree que los silfos son las criaturas más sabias de la Tierra debido
a que su memoria data desde antes de la creación del mundo.
Los del agua: Ninfas, Ondinas y Nereidas
En los ríos, los elementales se dividen en Ondinas, que son la versión femenina, y Wallanos, que son la masculina.
Aman el agua y se encuentran en sus profundidades dirigiendo grupos de Minutes (elementales de la tierra) que trabajan continuamente guiando el agua por su cauce natural hasta su salida al mar.
Las Ondinas son ninfas de la mitología nórdica (conocidas como Náyades en la mitología griega). Poseen la misión de trabajar sobre las masas de agua dulce, por lo tanto, los
lagos, rios, manantiales, riachuelos y cascadas son los elementos
naturales de estos seres etéreos Su reino se encuentra en todas partes,
pues el planeta contiene un 70% de agua.
Estos
seres no son diminutos, pero como el agua, tienen una forma difícil de
captar y apenas pueden verse figuras alargadas brillantes algunas veces y
opacas otras. En días de mucho calor salen a la superficie y se
confunden con brumas sobre el agua, también en invierno salen a pasear a
través de la niebla.
Lo
mismo que las sirenas, las ondinas tienen fama, seguramente justa, de
seducir a los hombres que surcan sus aguas hipnotizándolos hasta el
punto de hacer que zozobren sus barcas.
Las
leyendas atribuyen a las ondinas el don de poder predecir el futuro de
los demás, pero nunca el de sí mismas. Pueden penetrar en las mentes de
quienes se acercan pudiéndolos hechizar sobre un lapso de tiempo.
Pueden
aparecer junto a los mares, lagos y ríos convertidas en animales o
personas logrando parecidos extraordinarios y engañando fácilmente al
que mira. Se dice que las Ondinas no tienen alma y sólo cuando conciben
un hijo consiguen tenerla.
Las Nereidas (ninfas del mar), son unas hadas de gran belleza y de piel muy blanca; aunque no son inmortales, su lapso de vida es extremadamente largo. Puede resultar muy peligroso observarlas cuando juegan o toman el sol en la superficie, ya que no les gusta ser vistas por el hombre, salvo cuando ellas lo desean. Su carácter es apacible, pero si se enfurecen, como el mismo mar, son capaces de ocasionar grandes daños.
Enlace: El Sueño de la Ondina
Las Nereidas (ninfas del mar), son unas hadas de gran belleza y de piel muy blanca; aunque no son inmortales, su lapso de vida es extremadamente largo. Puede resultar muy peligroso observarlas cuando juegan o toman el sol en la superficie, ya que no les gusta ser vistas por el hombre, salvo cuando ellas lo desean. Su carácter es apacible, pero si se enfurecen, como el mismo mar, son capaces de ocasionar grandes daños.
Son
inseparables compañeras de los delfines y nunca se encontrará una de
ellas sin al menos uno a su alrededor. Generalmente se las representa en
forma mitad pez y mitad mujer.
Hay
Nereidas que expresan el sentimiento de la belleza del mar, como:
Agaué, admirable, magnífica, Epató, amable, etc. La mitología pone como
morada de las Nereidas el Océano, en cuyo fondo habitan en compañía de
sus padres Nereo y Doris.
Como
su padre, las Nereidas son divinidades bienhechoras y protectoras. Los
navegantes las invocan para obtener una feliz travesía. Cumplen la función de acudir a la superficie para guiar a los navegantes.
Las Sirenas son
bellas criaturas que, según algunas tradiciones poseen cuerpo de mujer y
cola de pez. La voz encantadora de las sirenas seduce a los navegantes y
son su perdición, a no ser que tomen las precauciones que tomara
Ulises.
Las
sirenas se sienten atraídas por los hombres. Diferentes leyendas
relatan historias de algunas que buscaron despojarse de sus cuerpos para
desposar a los humanos.
Los de la tierra: La variedad de los elementales de la tierra es enorme, pero los más conocidos son: Gnomos, Duendes Elfos, y Hadas
La palabra “gnomo”
viene del griego “Genomos”, que significa “el que vive dentro de la
tierra”. Viven 25 años en el plano físico alejados del hombre ya que no
les resulta fácil adaptarse a la frecuencia que nosotros manejamos y
mucho menos soportan los ruidos de las ciudades, y alrededor de mil años
en el astral.
Los gnomos
son pequeños seres, diminutas criaturas con clara vocación naturalista;
esquivos a las miradas del ser humano, de gran astucia y poseedores del
Saber secreto de la Naturaleza. Dominarían los elementos y serían los
guardianes del Saber y de los metales preciosos que, aún, esconde
nuestro planeta.
Trabajan
el suelo y las raíces de las plantas dándoles poder para crecer y
multiplicarse. Crean sus moradas en los troncos de los árboles. Poseen
mediana inteligencia.
Viven
a menudo por encima de los 1.200 años, aunque mucho antes de este
tiempo se sienten impulsados a abandonar los reinos de los hombres y los
mortales. A dónde van no se sabe con seguridad, pero se trata de un
innegable impulso de su raza.
Los
gnomos atraen riquezas. Dicen que se le puede enterrar una moneda en la
tierra y pedir que interceda ante los espíritus de la tierra a fines de
atraer riqueza y prosperidad.
Sienten
afinidad con la sobriedad, la limpieza, la organización y el orden.
Prestan su ayuda a las personas ordenadas, laboriosas, amantes de la
naturaleza y del saber. Una forma de congratularse con ellos es teniendo
una planta en la casa, cuidándola y hablándole.
Los duendes y los gnomos
poseen características especiales que vale la pena destacar. De aspecto
humanoide, no son más grandes que un pulgar y como todos los espíritus
de la naturaleza, son inocentes, pudiendo ser tanto bondadosos como
crueles, ya que carecen de toda conciencia ética.
Traviesos
por naturaleza, se burlan de quienes los buscan torpemente y son, en
cambio, sumisos servidores de los verdaderos Magos. Suelen aparentar una
edad madura, aunque viven siglos sin pasar, como los humanos, por los
estados de niñez, adultez y vejez.
Huyen del sol y aman la luz de la luna, de los pequeños candiles y de las luciérnagas. Apacibles, suelen estar mucho tiempo inmóviles aunque pueden trasladarse con enorme velocidad y estar instantáneamente donde quieren estar.
Son
muy difíciles de percibir, aunque en presencia o cercanía de los
humanos se “esconden” tras las cosas, en los rincones menos iluminados.
Gustan de la cercanía de los niños y les sugieren juegos, mientras que a
los adultos los sorprenden con encantamientos psíquicos ocultándoles
pequeñas cosas. Son seres con altos conocimientos en magia, adivinación y ciencias ocultas.
Tanto
a los duendes como a los Gnomos también se les atribuye la capacidad de
poder cambiar su forma visible o hacerse invisibles. Son calificados
como seres elementales de la Naturaleza, con la misión de proteger a
nuestro planeta.
Los elfos son humanoides de apariencia frágil y delicada que viven durante cientos de años.
Es
algo difícil tratar de explicar o hablar sobre seres que no son
espíritus, ni ángeles, ni humanos, pero que, sin embargo, tienen algo de
todos ellos y más.
Los elfos
tienden a ser un poco más bajos y delgados que los humanos normales.
Sus rasgos son finamente tallados y delicados, y hablan con tonos
melódicos. Aunque parecen frágiles y débiles, como raza son rápidos y
fuertes.
Su
aspecto físico es bastante similar al de los humanos, aunque tienen
ciertas características, como sus orejas puntiagudas, su piel pálida y
sus ojos almendrados, que los hacen bastante distinguibles de los
hombres.
A pesar de ser menos corpulentos que los humanos (por término medio), tienen mayor agilidad y destreza en sus movimientos.
Un
elfo se mueve con gracia y delicadeza, y de un modo tan sutil y
silencioso que a veces es imperceptible su presencia. Este hecho les
permite seguir con sigilo a un enemigo al que quiere espiar, o facilitar
un ataque por sorpresa. Un elfo puede resultar prácticamente invisible
en un bosque.
Modelan
sus propios cuerpos de acuerdo al poder adquirido, y es un orgullo para
ellos los grados de hermosura que van logrando, ya que esto es producto
de su trabajo. Están alrededor de 500 años en plano físico y cerca de 5
mil años en el astral.
Ellos, junto a los otros espíritus de la Naturaleza
se ocupan de mantener el equilibrio energético de la Madre Tierra
Las Hadas: Estos
elementales de la tierra tienen apariencia similar a la humana, aunque
sus tamaños varían entre el diminuto y el de una persona normal. Regidas
asimismo por la luna, gustan reunirse en lugares alejados de toda
presencia humana y bailar en círculos en los prados circundados de
bosques.
Las
hadas se materializan en el mundo físico cada 100 años con el objetivo
de trabajar en composoción cromática, o sea, en llenar al mundo de color
y pintar todo lo que existe.
Es
cierto que sus cuerpos físicos son bellísimos, pero esta belleza está
de acuerdo con el grado de evolución de cada una. Las mismas hadas
elaboran sus cuerpos para descender al plano material, y no pueden ser
más hermosas de lo que les corresponde según su grado evolutivo.
En
este plano viven en parejas heterosexuales para intercambiar poder, y
luego de vivir por un siglo entre los humanos regresan al plano mental
de donde vinieron y allí se preparan por otro lapso de tiempo para
hacerse expertas en el manejo de alguno de los cuatro elementos de la
naturaleza. Luego de eso, retornan a la tierra por otro periodo de
tiempo para trabajar como elementales de la tierra.
Otra
función de las hadas se da en el plano mental, donde trabajan sobre las
proyecciones mentales y formas de pensamiento que los seres humanos
emiten. Se dice que detrás de cada persona y en cada lugar hay hadas
modelando las energías que emite la mente humana.
Las
hadas son como las orugas, que luego se convierten en mariposas.
Después de haber cumplido con su período terrestre, se transforman en
Farrallis o líderes en su área de trabajo, o bien en Hiarrus, una
especie de gobernadores que elaboran los planes a ejecutar para cada
elemento. También pueden trabajar como maestros Aspiretes, ejecutando
los planes elaborados y controlando varios elementos, o convertirse en
Ra-Arus, la máxima categoría dentro de la línea de los elementales, un
equivalente a los Arcángeles en el mundo angélico.
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